ESTRATEGIA DE APOYO – LENGUA CASTELLANA - GRADO UNDÉCIMO
SEGUNDO PERÍODO ACADÉMICO
AÑO LECTIVO 2013-2014
Nota: El taller debe presentarse en hojas tamaño carta, escrito a mano, normas
de ICONTEC (portada, letra legible, márgenes y bibliografía).
El libro
y el cuento completo lo encuentran en el siguiente link: http://repdeval.com/Circulo/Famosos/Bocaccio/Decameron.pdf
tercera jornada, novela primera, página 154.
NOVELA
PRIMERA
Masetto de Lamporecchio se hace el mudo y
entra como hortelano en un monasterio de mujeres, que porfían en acostarse con
él.
Hermosísimas
señoras, bastantes hombres y mujeres hay que son tan necios que creen demasiado
confiadamente que cuando a una joven se le ponen en la cabeza las tocas blancas
y sobre los hombros se le echa la cogulla negra, que deja de ser mujer y ya no
siente los femeninos apetitos, como si se la hubiese convertido en piedra al
hacerla monja; y si por acaso algo oyen contra esa creencia suya, tanto se
enojan cuanto si se hubiera cometido un grandísimo y criminal pecado contra
natura, no pensando ni teniéndose en consideración a sí mismos, a quienes la
plena libertad de hacer lo que quieran no puede saciar, ni tampoco al gran
poder del ocio y la soledad. Y semejantemente hay todavía muchos que creen
demasiado confiadamente que la azada y la pala y las comidas bastas y las
incomodidades quitan por completo a los labradores los apetitos concupiscentes
y los hacen bastísimos de inteligencia y astucia. Pero cuán engañados están
cuantos así creen me complace (puesto que la reina me lo ha mandado, sin
salirme de lo propuesto por ella) demostraros más claramente con una pequeña
historieta. En esta comarca nuestra hubo y todavía hay un monasterio de
mujeres, muy famoso por su santidad, que no nombraré por no disminuir en nada
su fama; en el cual, no hace mucho tiempo, no habiendo entonces más que ocho
señoras con una abadesa, y todas jóvenes, había un buen hombrecillo hortelano
de un hermosísimo jardín suyo que, no contentándose con el salario, pidiendo la
cuenta al mayordomo de las monjas, a Lamporecchio, de donde era, se volvió.
Allí, entre los demás que alegremente le recibieron, había un joven labrador
fuerte y robusto, y para villano hermoso en su persona, cuyo nombre era
Masetto; y le preguntó dónde había estado tanto tiempo. El buen hombre, que se
llamaba Nuto, se lo dijo; al cual, Masetto le preguntó a qué atendía en el
monasterio. Al que Nuto repuso: -Yo trabajaba en un jardín suyo hermoso y
grande, y además de esto, iba alguna vez al bosque por leña, traía agua y hacía
otros tales servicios; pero las señoras me daban tan poco salario que apenas
podía pagarme los zapatos. Y además de esto, son todas jóvenes y parece que
tienen el diablo en el cuerpo, que no se hace nada a su gusto; así, cuando yo
trabajaba alguna vez en el huerto, una decía: «Pon esto aquí», y la otra: «Pon
aquí aquello» y otra me quitaba la azada de la mano y decía: «Esto no está
bien»; y me daba tanto coraje que dejaba el laboreo y me iba del huerto, así
que, entre por una cosa y la otra, no quise estarme más y me he venido. Y me
pidió su mayordomo, cuando me vine, que si tenía alguien a mano que entendiera
en aquello, que se lo mandase, y se lo prometí, pero así le guarde Dios los
riñones que ni buscaré ni le mandaré a nadie.
A
Masetto, oyendo las palabras de Nuto, le vino al ánimo un deseo tan grande de
estar con estas monjas que todo se derretía comprendiendo por las palabras de
Nuto que podría conseguir algo de lo que deseaba. Y considerando que no lo
conseguiría si decía algo a Nuto, le dijo: -¡Ah, qué bien has hecho en venirte!
¿Qué es un hombre entre mujeres? Mejor estaría con diablos: de siete veces seis
no saben lo que ellas mismas quieren.
Pero
luego, terminada su conversación, empezó Masetto a pensar qué camino debía
seguir para poder estar con ellas; y conociendo que sabía hacer bien los
trabajos que Nuto hacía, no temió perderlo por aquello, pero temió no ser
admitido porque era demasiado joven y aparente. Por lo que, dando vueltas a
muchas cosas, pensó:
«El
lugar es bastante alejado de aquí y nadie me conoce allí, si sé fingir que soy
mudo, por cierto que me admitirán».
Y
deteniéndose en aquel pensamiento, con una segur al hombro, sin decir a nadie
adónde fuese, a guisa de un hombre pobre se fue al monasterio; donde, llegado,
entró dentro y por ventura encontró al mayordomo en el patio, a quien, haciendo
gestos como hacen los mudos, mostró que le pedía de comer por amor de Dios y
que él, si lo necesitaba, le partiría la leña. El mayordomo le dio de comer de
buena gana; y luego de ello le puso delante de algunos troncos que Nuto no
había podido partir, los que éste, que era fortísimo, en un momento hizo
pedazos. El mayordomo, que necesitaba ir al bosque, lo llevó consigo y allí le
hizo cortar leña; después de lo que, poniéndole el asno delante, por señas le
dio a entender que lo llevase a casa. Él lo hizo muy bien, por lo que el
mayordomo, haciéndole hacer ciertos trabajos que le eran necesarios, más días
quiso tenerlo; de los cuales sucedió que un día la abadesa lo vio, y preguntó
al mayordomo quién era. El cual le dijo:
-Señora,
es un pobre hombre mudo y sordo, que vino uno de estos días a por limosna, así
que le he hecho un favor y le he hecho hacer bastantes cosas de que había
necesidad. Si supiese labrar un huerto y quisiera quedarse, creo estaríamos
bien servidos, porque él lo necesita y es fuerte y se podría hacer de él lo que
se quisiera; y además de esto no tendríais que preocuparos de que gastase
bromas a vuestras jóvenes. Al que dijo la abadesa:
-Por
Dios que dices verdad: entérate si sabe labrar e ingéniate en retenerlo; dale
unos pares de escarpines, algún capisayo viejo, y halágalo, hazle mimos, dale
bien de comer. El mayordomo dijo que lo haría. Masetto no estaba muy lejos,
pero fingiendo barrer el patio oía todas estas palabras y se decía:
«Si me
metéis ahí dentro, os labraré el huerto tan bien como nunca os fue labrado.»
Ahora, habiendo el mayordomo visto que sabía óptimamente labrar y preguntándole
por señas si quería quedarse aquí, y éste por señas respondiéndole que quería
hacer lo que él quisiese, habiéndolo admitido, le mandó que labrase el huerto y
le enseñó lo que tenía que hacer; luego se fue a otros asuntos del monasterio y
lo dejó. El cual, labrando un día tras otro, las monjas empezaron a molestarle
y a ponerlo en canciones, como muchas veces sucede que otros hacen a los mudos,
y le decían las palabras más malvadas del mundo no creyendo ser oídas por él; y
la abadesa que tal vez juzgaba que él tan sin cola estaba como sin habla, de
ello poco o nada se preocupaba. Pero sucedió que habiendo trabajado un día
mucho y estando descansando, dos monjas que andaban por el jardín se acercaron
a donde estaba, y empezaron a mirarle mientras él fingía dormir. Por lo que una
de ellas, que era algo más decidida, dijo a la otra: -Si creyese que me
guardabas el secreto te diría un pensamiento que he tenido muchas veces, que
tal vez a ti también podría agradarte.
La otra
repuso:
-Habla
con confianza, que por cierto no lo diré nunca a nadie. Entonces la decidida
comenzó:
-No sé
si has pensado cuán estrictamente vivimos y que aquí nunca ha entrado un hombre
sino el mayordomo, que es viejo, y este mudo: y muchas veces he oído decir a
muchas mujeres que han venido a vernos que todas las dulzuras del mundo son una
broma con relación a aquella de unirse la mujer al hombre. Por lo que muchas
veces me ha venido al ánimo, puesto que con otro no puedo, probar con este mudo
si es así, y éste es lo mejor del mundo para ello porque, aunque quisiera, no
podría ni sabría contarlo; ya ves que es un mozo tonto, más crecido que con
juicio. Con gusto oiré lo que te parece de esto. -¡Ay! -dijo la otra-, ¿qué es
lo que dices? ¿No sabes que hemos prometido nuestra virginidad a Dios? -¡Oh!
-dijo ella-, ¡cuántas cosas se le prometen todos los días de las que no se
cumple ninguna! ¡Si se lo hemos prometido, que sea otra u otras quienes cumplan
la promesa! A lo que la compañera dijo:
-Y si
nos quedásemos grávidas, ¿qué iba a pasar?
Entonces
aquélla dijo:
-Empiezas
a pensar en el mal antes de que te llegue; si sucediere, entonces pensaremos en
ello: podrían hacerse mil cosas de manera que nunca se sepa, siempre que
nosotras mismas no lo digamos. Esta, oyendo esto, teniendo más ganas que la
otra de probar qué animal era el hombre, dijo: -Pues bien, ¿qué haremos?
A quien
aquélla repuso:
-Ves que
va a ser nona; creo que las sores están todas durmiendo menos nosotras; miremos
por el huerto a ver si hay alguien, y si no hay nadie, ¿qué vamos a hacer sino
cogerlo de la mano y llevarlo a la cabaña donde se refugia cuando llueve, y
allí una se queda dentro con él y la otra hace guardia? Es tan tonto que se
acomodará a lo que queremos.
Masetto
oía todo este razonamiento, y dispuesto a obedecer, no esperaba sino ser tomado
por una de ellas. Ellas, mirando bien por todas partes y viendo que desde
ninguna podían ser vistas, aproximándose la que había iniciado la conversación
a Masetto, le despertó y él incontinenti se puso en pie; por lo que ella con
gestos halagadores le cogió de la mano, y él dando sus tontas risotadas, lo
llevó a la cabaña, donde Masetto, sin hacerse mucho rogar hizo lo que ella
quería. La cual, como leal compañera, habiendo obtenido lo que quería, dejó el
lugar a la otra, y Masetto, siempre mostrándose simple, hacía lo que ellas
querían; por lo que antes de irse de allí, más de una vez quiso cada una probar
cómo cabalgaba el mudo, y luego, hablando entre ellas muchas veces, decían que
en verdad aquello era tan dulce cosa, y más, como habían oído; y buscando los
momentos oportunos, con el mudo iban a juguetear. Sucedió un día que una
compañera suya, desde una ventana de su celda se apercibió del tejemaneje y se
lo enseñó a otras dos; y primero tomaron la decisión de acusarlas a la abadesa,
pero después, cambiando de parecer y puestas de acuerdo con aquéllas, en
participantes con ellas se convirtieron del poder de Masetto; a las cuales, las
otras tres, por diversos accidentes, hicieron compañía en varias ocasiones. Por
último, la abadesa, que todavía no se había dado cuenta de estas cosas,
paseando un día sola por el jardín, siendo grande el calor, se encontró a
Masetto (el cual con poco trabajo se cansaba durante el día por el demasiado
cabalgar de la noche) que se había dormido echado a la sombra de un almendro, y
habiéndole el viento levantado las ropas, todo al descubierto estaba. Lo cual
mirando la señora y viéndose sola, cayó en aquel mismo apetito en que habían
caído sus monjitas; y despertando a Masetto, a su alcoba se lo llevó, donde
varios días, con gran quejumbre de las monjas porque el hortelano no venía a
labrar el huerto, lo tuvo, probando y volviendo a probar aquella dulzura que
antes solía censurar ante las otras. Por último, mandándole de su alcoba a la
habitación de él y requiriéndole con mucha frecuencia y queriendo de él más de
una parte, no pudiendo Masetto satisfacer a tantas, pensó que de su mudez si
duraba más podría venirle gran daño; y por ello una noche, estando con la
abadesa, roto el frenillo, empezó a decir: -Señora, he oído que un gallo basta
a diez gallinas, pero que diez hombres pueden mal y con trabajo satisfacer a
una mujer, y yo que tengo que servir a nueve; en lo que por nada del mundo
podré aguantarlo, pues que he venido a tal, por lo que hasta ahora he hecho,
que no puedo hacer ni poco ni mucho; y por ello, o me dejáis irme con Dios o le
encontráis un arreglo a esto. La señora, oyendo hablar a este a quien tenía por
mudo, toda se pasmó, y dijo: -¿Qué es esto? Creía que eras mudo.
-Señora
-dijo Masetto-, sí lo era pero no de nacimiento, sino por una enfermedad que me
quitó el habla, y por primera vez esta noche siento que me ha sido restituida,
por lo que alabo a Dios cuanto puedo. La señora lo creyó y le preguntó qué
quería decir aquello de que a nueve tenía que servir. Masetto le dijo lo que
pasaba, lo que oyendo la abadesa, se dio cuenta de que no había monja que no
fuese mucho más sabia que ella; por lo que, como discreta, sin dejar irse a
Masetto, se dispuso a llegar con sus monjas a un entendimiento en estos
asuntos, para que por Masetto no fuese vituperado el monasterio. Y habiendo por
aquellos días muerto el mayordomo, de común acuerdo, haciéndose manifiesto en
todas lo que a espaldas de todas se había estado haciendo, con placer de
Masetto hicieron de manera que las gentes de los alrededores creyeran que por
sus oraciones y por los méritos del santo a quien estaba dedicado el
monasterio, a Masetto, que había sido mudo largo tiempo, le había sido
restituida el habla, y le hicieron mayordomo; y de tal modo se repartieron sus
trabajos que pudo soportarlos. Y en ellos bastantes monaguillos engendró pero
con tal discreción se procedió en esto que nada llegó a saberse hasta después
de la muerte de la abadesa, estando ya Masetto viejo y deseoso de volver rico a
su casa; lo que, cuando se supo, fácilmente lo consiguió. Así, pues, Masetto,
viejo, padre y rico, sin tener el trabajo de alimentar a sus hijos ni pagar sus
gastos, por su astucia habiendo sabido bien proveer a su juventud, al lugar de
donde había salido con una segur al hombro, volvió, afirmando que así trataba
Cristo a quien le ponía los cuernos sobre la guirnalda.
Con
base en la lectura del texto escrito aplique el esquema de análisis de textos
narrativos:
1.
Anote los principales datos biobibliográficos del autor.
2.
Determine los principales elementos del contexto histórico-cultural.
3.
Teniendo en cuenta que la obra fue escrita en el año de 1.351 y que la primera
novela "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" fue publicada
en 1.605, ¿cómo se podría clasificar la obra? Argumente su respuesta.
4.
¿Cuál es la estructura de la obra?
5.
¿Qué temas generales se desarrollan en "El decamerón"?
6.
¿Cuál es la intencionalidad del autor?
7.
Dada la estructura de la obra, tome cuatro cuentos que le hayan parecido
significativos y aplique el esquema de análisis textual a los mismos.
8.
¿Que valores y antivalores se pueden evidenciar a través de la lectura de la
obra? Ejemplifique en cada caso.
9.
Contraste algunos de los temas abordados en "El decamerón" con
problemas de la realidad colombiana actual.
10. Elabore un comentario crítico de la
obra.
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